A medida que aumenta el número de centros escolares que introducen el alojamiento residencial en los viajes escolares, la calidad del viaje viene determinada en gran medida por "dónde y con quién". El contenido de la experiencia y el lugar por sí solos no bastan para inspirar de verdad a los alumnos.
El sentimiento de "acoger" en lugar de "cuidar" está arraigado en las familias de acogida de la isla de Izena. Esta actitud permite a los estudiantes abrir tranquilamente sus corazones y da tranquilidad a los profesores. La razón por la que se elige la isla de Izena entre las muchas opciones de alojamiento para excursiones escolares es el "poder de la gente".
La actitud del anfitrión de acogerlos como "miembros de la familia" y no como "extraños".
Las familias de acogida de la isla de Izena acogen a los estudiantes no como "huéspedes", sino como si fueran sus propios hijos o nietos. Los llaman por su nombre, cocinan con ellos y les dicen "Otsukare-sama" al final del día. Este contacto casual es un gran alivio para los estudiantes. Al cabo de unas horas, están sonriendo, y al día siguiente ya sienten que éste es su lugar. En la isla de Izena hay muchos anfitriones capaces de crear ese ambiente.
Seguridad, limpieza y capacidad de respuesta
Un entorno seguro desde la perspectiva de los padres.
Los profesores y los padres se preocupan por la seguridad, la higiene y la respuesta en caso de emergencia. En este sentido, las familias de acogida de la isla de Izena gozan de gran confianza. Las alergias y las consideraciones de la vida diaria se comparten de antemano, y se imparte formación periódica para mejorar la capacidad de cada familia. En caso de cualquier problema, existe un sistema de cooperación inmediata con los coordinadores locales y las instituciones médicas, y éste es uno de los factores que hacen que las familias sientan que pueden enviar aquí a sus hijos con tranquilidad.
Al no ser un "profesor", es un lugar donde los estudiantes pueden descubrir por sí mismos.
Los anfitriones no son profesores. Pero eso es bueno. Precisamente porque "necesitan" la presencia de los alumnos -no diciéndoles lo que tienen que hacer, sino diciéndoles "Vamos a intentarlo juntos", "Gracias", "Eres de gran ayuda"-, "mi papel" y "los sentimientos de la otra persona" crecen de forma natural en los niños. En la casa de familia de la isla de Izena, los propios alumnos crecen gradualmente como personas a través de una serie de pequeñas realizaciones. Ese es el verdadero efecto educativo.
De vuelta a casa, no son las "experiencias especiales" las que permanecen en el corazón, sino los "recuerdos con la gente".
Las experiencias culturales y en la naturaleza son ciertamente agradables. Pero son las conversaciones con sus anfitriones y el tiempo pasado juntos de lo que hablan los estudiantes al final de su viaje escolar a la isla de Izena.
La comida estaba deliciosa", "Quiero volver a verte", "Estaba nerviosa, pero fuiste muy amable conmigo".
Los recuerdos irán calando poco a poco en el corazón de los estudiantes. La estancia en familia en la isla de Izena deja un pequeño "vínculo humano" en el viaje.